El valor de las cosas no esta en el tiempo que duran, sino con la intensidad con que suceden. Por eso existen momentos inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables
































domingo, 14 de agosto de 2016

—¿Me extrañas?
Él no se esperaba esa pregunta, la voz en el teléfono intentaba sonar tranquila, aunque un leve temblor se escapaba de su garganta. No sabía que contestar, no podía decir simplemente "No", habría sido muy cruel.
—¿Por qué me lo preguntas?
—Sólo necesito saberlo.
Sabía que entre más tiempo tardara en responder, estaría causando una tortura involuntaria. Sin embargo, ese monosílabo se resistía a salir.
—Ya no somos nada, ya vivimos lo que teníamos que vivir, yo te aprecio mucho, pero...
—Ya no me quieres, ¿verdad?
La voz empezaba a quebrarse. En el fondo sabía perfectamente que ya no era amada, que su llamada resultaba incómoda, que estaba actuando de manera impulsiva, que era un error. Pero quería preguntar más, actuaba como una niña necia que quiere asegurar que el cielo no es azul, y se vale de llantos y gritos hasta que los demás le dan la razón.
En este caso no fue así, las palabras se hicieron más fuertes, el dolor ya no pudo seguir disimulando, insultó, cuestionó asuntos que no eran suyos, al final se cansó y la línea quedó en silencio. Él hablo, ya no podía seguir con esto:
—No.Ya no te quiero.
La llamada terminó, y alguien se llevó las manos a la cabeza. Decidió tomar las llaves, y salir un momento. Del otro lado, el teléfono golpeó la cama, y alguien ya no intenta sostener las lágrimas. Se siente tremendamente triste, pero aliviada.
L.E.